Por el Ing. Ignacio Sánchez Chiappe
A principios de enero de 2014, en su artículo «Los ejecutivos que las empresas globales necesitan», Angélica Cabezas señalaba la existencia de estudios que revelan que los profesionales de América Latina presentan menor capacidad para desempeñarse y competir en los mercados internacionales, aunque subrayó que el panorama está cambiando.
En esta línea, y en el marco del mismo artículo, Alberto Rubio, decano de la Escuela de Posgrado en Negocios de la Universidad de Belgrano (UB), destacaba que «en la última década observamos una mayor intención en presentar un perfil más amplio, con experiencia concreta en otros mercados laborales», identificando como el motivo principal, que las grandes empresas están demandando este tipo de profesionales.
El comentario no podría ser más oportuno. Efectivamente, a la velocidad que cambian hoy los escenarios laborales y profesionales, se necesita repensar muchas cosas partiendo de cero.
Una de las principales dificultades que observamos en los continuos programas de capacitación que el IEEC, Escuela de Supply Chain Management y Logística de Buenos Aires – da por América Latina es la dificultad con el idioma inglés. No es un idioma que se domine con soltura tanto en la lectura y, menos aún, en la escritura. De hecho, esto sólo, implica una gran barrera para el desempeño en mercados internacionales. Es, desgraciadamente, muy frecuente este tipo de limitación.
Otro aspecto sobre el cual querría detenerme y que va emparentado con el anterior, es el poco conocimiento extendido que existe de las certificaciones profesionales internacionales. Observamos, con demasiada frecuencia, que directamente muy pocas veces han oído hablar de ellas. Y claro, eso es partir con una importante desventaja.
Las certificaciones profesionales existen en Europa y Estados Unidos desde hace 80 años, más o menos y en Asia desde hace menos años. Son un camino probado para lograr «atajos» en la puesta al día y en valor, de la actividad profesional personal. Las certificaciones nacen como respuesta a una triple oportunidad:
- poder mantenerse al día en la propia profesión;
- lograr un estándar internacional y
- no limitarlas exclusivamente a la clásica formación de posgrado.
Respecto al primer punto, cabe ilustrar que existen, para las áreas operativas y de gestión de las empresas grandes o pequeñas certificaciones profesionales prácticamente en todas las áreas: en Contabilidad y Gestión; en Logística y Supply Chain Management; en Abastecimiento y Compras; en Project Management; en Calidad, etc.
En cuanto al segundo punto, estas certificaciones se ofrecen y, consiguientemente, se pueden rendir sus exámenes de acreditación, en casi todo el mundo. Esto implica un estándar de facto, porque los exámenes ya no quedan vinculados a un territorio específico, sino a cualquiera de la enorme cantidad de países donde se pueden rendir esos exámenes.
Finalmente, en cuanto no limitarlas al público exclusivamente que esté en condiciones de realizar un posgrado, abre el juego, consiguientemente, a un espectro mayor de personas.
Como los entes certificadores mantienen su vitalidad y atractivo a partir de resolver los problemas que los profesionales deben resolver en la práctica, invierten, consiguientemente, enormes cantidades de recursos para mantenerlas siempre al día. Desde la óptica de la siempre cambiante necesidad de actualización profesional, su trabajo no tiene descanso.
Precisamente a partir de esta necesidad de encontrar el camino posible para todos de actualización profesional continua, los contenidos de las certificaciones barren desde los conceptos más básicos hasta los más avanzados abriendo una inmensa oportunidad para todos: los que tienen formación universitaria previa como una forma de rápida de constante actualización y foco, y para los que no tienen formación universitaria previa, como magnífica oportunidad de ponerse rápidamente al día en el área donde trabajan.
Resumiendo, se dan aquí tres condimentos de primera importancia: la actualización permanente; un estándar apto para todos los países y la apertura a cualquier formación anterior y a un continuo reciclaje profesional a medida que pasen los años.
Otra importante razón para ser consideradas en su real magnitud, es que las certificaciones periódicamente ofrecen la oportunidad de re-certificarse, para no quedar desactualizado.
No cabe duda que con estos antecedentes, las certificaciones hablan también por sí mismas de la persona certificada y de su personal compromiso con su desarrollo y actualización profesional.
Como decíamos más arriba, estos estándares están sumamente desarrollados en Europa, Asia y Norteamérica, y son casi desconocidos en América Latina.
Certificaciones en «Logística», en «Supply Chain Management» y en «Abastecimiento Y Compras»
En el área de Logística y en Supply Chain Management, la asociación profesional más reconocida con casi 60 años de vida es APICS, The Association for Supply Chain and Operations Management. Tiene dos certificaciones ampliamente difundidas: CPIM (Certificate in Production and Inventory Management) y CSCP (Certified Supply Chain Professional).
La primera, pone el foco en todos los elementos necesarios para la correcta planificación de la supply chain y su logística poniendo la atención en la planificación, la calidad, los inventarios y los recursos de la empresa en sus tres niveles: estratégico, táctico y operativo.
La segunda desarrolla la visión extendida de la supply chain a través de sus procesos clave; del desarrollo y gestión de la relación con los clientes y con los proveedores. Un capítulo muy importante es la aplicación de la tecnología en la facilitación e implementación de los procesos.
En el área de Compras y Abastecimiento, destaca el ISM, The Institute for Supply Management. El ISM tiene varias certificaciones pero quizás la más difundida sea CPSM (Certified Professional in Supply Management). Esta certificación es un apasionante desarrollo de las habilidades y capacidades del área de Compras, desde la tarea original de «comprador» hasta llegar al rol más estratégico de insertarse «en valor» en uno de los procesos clave de la supply chain: la relación y desarrollo de proveedores.
Dos entes certificadores, entre muchos otros, que vale la pena tener en cuenta son: Project Management Institute (PMI) para la certificación Project Management Professional y las certificaciones vinculadas a la calidad: American Society for Quality.
La experiencia del IEEC
El IEEC, Escuela de Negocios, Supply Chain Management y Logística, nació en Buenos Aires en 1994, entendiendo desde un principio el valor de los contenidos de las certificaciones internacionales como una forma de equiparar conocimientos con los colegas de otros países más actualizados.
Somos la única Institución sin fines de lucro que ha tomado la visión de supply chain como columna vertebral de las actividades de la empresa y de su estrategia y le hemos ido poniendo el contenido actualizado de las certificaciones. Hay por tanto una continuidad conceptual y las certificaciones presentes en nuestros programas tienen siempre una articulación operacional con el resto de contenido.
Por las características y dificultades enumeradas más arriba, desarrollamos desde un principio los contenidos de las clases en castellano, dejando a los exámenes de certificación como un tema optativo para quienes se sintieran con interés para darlos. Los exámenes están en inglés, salvo el del PMP que existe versión en castellano.
Nuestra capacitación se desarrolla igualmente en forma presencial como a distancia, acortando distancias y estando presentes en todos los países de habla castellana. No distinguimos entre alumnos presenciales y a distancia. La tecnología hoy permite integrar a todos en un grupo activo con importante enriquecimiento internacional.
Podemos entonces decir que aquella idea original funcionó y por nuestras aulas han pasado a lo largo de estos años, cerca de 4.000 alumnos con un crecimiento exponencial en los últimos, como era originalmente de esperar.
Creemos que allí radica una buena oportunidad para que nuestros profesionales se actualicen rápidamente. La supply chain tiene impacto no sólo a nivel de eficiencia en las empresas, sino que al tratarse de la integración de los propios procesos con los de otras empresas, lleva naturalmente a la formación de redes de valor. Redes que se forman con, y entre, empresas. De la competitividad de esas empresas depende en buena parte el futuro bienestar económico de nuestros países y sus integraciones sociales.